Corrientes circulares en el tiempo
Published by Alejandro Nieto Alonso under Los Planetas, Recuerdos, Sonidos on 5.3.09Siento insistir con Los Planetas pero su magia aún me persigue y golpea en mi cabeza cada vez que escucho sus acordes. Hay una película, Before the rain, del macedonio Milcho Manchevski, de 1994, que terminaba con una frase inquietante y que me dio mucho que pensar:
“El tiempo nunca muere, el círculo nunca se cierra.”
La película trata del conflicto macedonio en la guerra de los Balcanes, pero en el fondo intenta decirnos que todos tenemos que tomar decisiones aunque no nos guste. La vida no se frena y tú estás en un bando, aunque no quieras, y eso ya es tomar parte.
Así, hay veces que tomas decisiones, intentando hacerlo bien, creyendo que es lo correcto y lo más racional. Otras, te dejas guiar por tu instinto, y casi siempre terminas cagándola. El caso es que no puedes esquivar la toma de decisiones. Siempre están ahí: ¿me levanto de la cama o no? ¿voy a trabajar o me fingo enfermo? ¿Cómo carne o una ensalada? ¿me voy a vivir con mi novia o me quedo solo? ¿me arriesgo a hablar con ella o me mantengo a la espera?
Tú mismo conformas tu propio guión vital y no puedes dar vuelta atrás. Una idea que maneja y detalla a la perfección Milan Kundera en La insoportable levedad del ser. Somos tan infinitamente leves que de poco vale la experiencia. Todo es nuevo cada vez. Cada paso será diferente al anterior. Cada decisión es inamovible. Nadie puede volver atrás. De ahí radica toda mi obsesión por los viajes en el tiempo.
¿Qué harías si pudieras vivir tu vida otra vez recordando todo lo de la anterior? ¿Y si volvieras a repetirlo? Esta idea ya está plasmada en un libro, altamente recomendable: Volver a empezar, de Ken Grimwood, el libro que me hubiera gustado escribir. Y en mi situación vital actual, aún más (je je je).
La idea del círculo es, por tanto, una contradicción, y a la vez una atractiva posibilidad. ¿Todo se repite? La historia dice que sí. Insiste en advertirnos que el verdadero conocimiento, la clave de nuestra vida futura, está en el estudio del pasado. Ya, ya. No sé. Doy vueltas a esa idea y no termino de encajarla, pero por soñar que no quede.
Los Planetas hablan de adicción a la droga. Lo sé. Me da igual. Mi canción habla de otra cosa. De momentos perdidos. De una chica que tuve en la punta de mis dedos, de los recuerdos dulces de antaño, de los cambios obligados por las decisiones, de los sacrificios que siempre traen consigo esas decisiones (a veces terribles)… Y también me habla de lo injustas que pueden ser esas decisiones erróneas –acertadas en su inicio- algo que resume de un modo excelente la estrofa final de la canción, que siempre me araña por dentro: “Eso no es para mí, quiero mi parte de lo bueno […] Será mucho pedir, pero es lo menos que merezco”.
La canción me recuerda una chica. Como no. Una persona que tuve entre mis dedos, y como la arena del desierto, se escurrió entre ellos hasta quedarme con muy pocos granos, insuficientes siempre. Quiero más, siempre quise más.
¿Por qué es tan difícil la vida? Yo quiero repetir de nuevo, desde el principio por favor…
Una vez, si mal no recuerdo,
me tenías en la punta de los dedos.
Las secuelas de los viejos días
estarán conmigo el resto de mi vida.
Me quedé dormido un momento
y los valles se cambiaron por desiertos
por obra y gracia de El que controla el firmamento,
El que decide que ande perdido en corrientes circulares en el tiempo,
El que transforma los diamantes en quejidos y lamentos,
El que se encarga de que salgas y que yo me quede dentro.
Asustado, sintiéndome enfermo,
como una temporada en el infierno.
Intentando ver una salida,
encontrando más problemas todavía.
Todo esto que jamás podré comprender,
lo que obtuve a cambio de intentar hacerlo bien.
Eso no es para mí, quiero mi parte de lo bueno.
Quiero que estés aquí, quiero tenerte dando vueltas a mi lado todo el tiempo,
en nueve órbitas concéntricas y yo estar en el centro.
Será mucho pedir, pero es lo menos que merezco.
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