Luces nocturnas / Nightlights
Published by Alejandro Nieto Alonso under on 3.2.11A veces la realidad se diluye con la memoria, la belleza y las noches sin dormir.
A veces la realidad se diluye con la memoria, la belleza y las noches sin dormir.
La vida da muchas vueltas. Gira sobre sí misma para volver a morder el inicio. Te envuelve en un sinfín de curvas, recodos y esquinas. Te eleva y te escupe. Te sangra y te envenena. Merodea en las cercanías de tu corazón, pero no llega a entrar, sospechosa, inasible y desquiciante. Un día descubres que la vida no te toma en serio, que sólo eres un juego de casualidades en el que tú eres sólo una ficha, un peón de una batalla que ni siquiera imaginas.
Es entonces cuando te planteas si la búsqueda es cierta. Ya no efectiva y necesaria, sino cierta… El equilibrio se desvanece y se escurre entre tus piernas, antes firmes en tus creencias absurdas pero reales y ahora estúpidas y banales. La búsqueda de tu propia existencia se torna infinita y por eso cruel. Muy cruel. Injusta. Vana.
Unos buscamos toda la vida y no encontramos más que incógnitas. Otros no buscan y encuentran. Otros, los más, se encuentran con lo que no buscaban. Ésos sí llegan a conocer la verdadera esencia de la vida, la simple y sencilla rutina de ser, más allá del viaje a ninguna parte, más allá del universo que nos aplasta y del que apenas conocemos nada. Sólo ser, aceptando las condiciones y las reglas del caos que nos rodea. Sencillo y por eso vulgar.
¿Pero quién aprende a aceptar el fracaso? ¿Quién acepta lo que llama a nuestra puerta sin ni siquiera una queja o un gesto de asombro? ¿Quién asimila lo extraño del convencimiento natural? ¿Quién desiste de cambiar? ¿Quién deja de llorar?
Sólo los felices, los que todo les va bien, los desmemoriados, los desapasionados, los santos, los cuerdos, los llanos de sensibilidad, los amantes del amor confortable, los dueños de lo evidente… Los que no son como yo, quizá ni como tú que lees estas palabras.
Lo siento, pero yo sufro por dentro. Me trituro mientras tiemblo. Me desvelo de madrugada. Lloro por una búsqueda que el destino me roba y me deja sin nada que hacer ni probar.
La vida me traiciona, sí… pero yo seguiré buscando.
Suena: Si está bien, de Los Planetas.
Si todo va tan bien,
si todo va tan bien,
¿por qué este dolor
que siento?
Y si todo va tan bien,
si todo es tan sencillo,
¿por qué este vacío
que siento?.
Si está bien,
si está bien,
si es tan fácil,
¿por qué duele así
por dentro?
Un abrazo eterno…
desde el cielo
hasta lo más profundo del mar
Una caricia infinita…
desde tu cabello, tus dedos, tu piel
hasta lo más hondo de tu alma
Sólo quiero morirme
y esperar en un rincón del cielo, solo
ese abrazo que tanto echo de menos
aquellas caricias que me volvían loco
esas palabras que nutrían mi anhelo
Sólo quiero morirme
avanzar rápido, arriesgarme, vivir deprisa
envejecer sin pausa, dormir poco
llenar espacios y tiempo
sólo quiero llegar al fin, ser valiente
para tenerte otra vez cerca
para abrazarte por última vez
o por primera
y para siempre
en un abrazo eterno
en una caricia infinita
Suena: La gota de rocío, de Silvio Rodríguez
El pasillo es un ejército
la cama un estallido
la cocina una trinchera
la casa un enemigo
en esta guerra que es vivir
sobrevivir a la soledad
es la única victoria
de cada noche
y el único faro encendido
el siguiente amanecer
Aprender a comer solo
llorar sin lágrimas
sonreír sin ganas
fingir para salvarse
dormir para no recordar
olvidar para seguir en pie
y los libros son fusiles
las sábanas una ciudad arrasada
el armario un cementerio
tu lado de la cama un campo de minas
en esta guerra ya perdida
que es vivir
Llegamos. Eso es todo. No sé por dónde vine y cómo llegué aquí. Tengo un sabor amargo en todo lo que hago… y no he mordido. Me arden los ojos… y ni siquiera he mirado. Me atasco en cosas sencillas, me guardo el alma, lo reservo para el futuro… pero ni siquiera sé si llegará. Me doy sin preguntar, me lanzo en medio de la tormenta… y nadie comprende mis palabras. Ni siquiera yo. Soy un puzle sin terminar al que le faltan piezas y que no encuentro a pesar de la calma y la constancia.
Llegamos. Llegué. Ya no soy el mismo que trazaba sin rubor frases y poemas con 16 años… pero sigo buscando lo mismo ahora. No sé cómo llegué a este punto y aparte, a este borde de un abismo sin fondo en el que mi equilibrio tiembla de impaciencia, a este cruce de caminos sin indicaciones, a esta niebla plomiza que me rodea y me abraza con exquisita crueldad. Fui feliz y también cobarde en aquella habitación marrón y verde. Tuve las piezas en mis manos… pero se escurrieron entre los dedos. Ahora sólo llego… sin ser… sólo corro, vuelo, salto, camino, navego, me muevo, paseo, me desplazo sin sentido…
Llegué aquí y ahora quiero sentarme. Quiero descansar sobre mi punto y aparte y esperar a que alguien pase y… me termine.
Prefería sufrir a no sufrir nada. “Me estoy sintiendo vivir cuando me dueles”, decía Salinas. Bien, pues se acabó. Me lanzo al vacío en mitad de un incendio y dejo atrás ese doler para vivir. Lo intenté. El miedo cedió, quise arriesgarme, me fugué contigo, me entregué a tus fantasmas, canté tu música, sentí tus odios, me empapé de tus labios… pero el dolor siguió y la vida se detuvo. Como cuando era lunes y la semana comenzaba. Como cuando me empeñé en subir al tren equivocado.
Pelear fortalece. Esquivar enriquece. Olvidar te hace más sabio, aunque sea contradictorio. Desmemoriado quiero estar, mientras el punto siga aparte y las barreras no me dejen cruzar al otro lado de mis recuerdos.