Diario de una resurrección

Huellas, recuerdos y sonidos

Luces nocturnas / Nightlights

Published by Alejandro Nieto Alonso under on 3.2.11

A veces la realidad se diluye con la memoria, la belleza y las noches sin dormir.

La visita esperada

Published by Alejandro Nieto Alonso under , on 29.1.11
Suena: Iron And Wine – Carousel

Jamás le pareció tan real como con aquella luz difusa sobre su mejilla. Ella sonreía, como siempre hacía cuando estaba algo nerviosa. Pero sus ojos eran suficiente prueba de lo que él nunca quiso creer.

- Vi una luz y entré. -Dijo ella mirándole fijamente-.
- Está bien, puedes pasar. Al menos unos instantes. -Añadió él con rapidez-.
Era real y brillante. Su certeza crecía con cada parpadeo y comenzó a comprender su destino, que se iniciaba con aquella visita, esperada y temida desde hacía tiempo.
- Ya sabes a qué he venido, ¿no? -Lanzó ella sin esperar respuesta-. El único camino es el que tú has elegido. No hay ninguno más ya.

Era cierto. La decisión se había demorado más de lo que era capaz de aguantar y tenía que vivir de una vez, aunque fuera una mentira. La razón había fracasado y sólo su alma había sabido convencerle con promesas, vacías pero útiles.

- Fue una mentira y lo seguirá siendo, en cierto modo y a pesar de lo que tú sueñes conmigo. -Dijo-. Sí. Lo sabía. Era la última de las verdades que le quedaba por asimilar. Pero aún se guardaba una más, la más recondita de sus certezas, la que nadie podría arrebatarle. Ni siquiera ella con sus palabras o sus malditos gestos de acercamiento.

Sólo en sueños era capaz de salir de su madriguera, de abrir la cerradura y escapar. Aunque en los últimos días también era posible verla a la luz del día. Se le aparecía en forma muy sutil. Con una cuchara dando vueltas al te o mientras conducía hacia el trabajo. Era más doloroso cuando se presentaba con una canción o con un recuerdo cruel. Aquello le hacía incluso llorar.

- ¿Has venido a quedarte verdad?
- Sí. Ya lo sabes. Respondió ella. -Para siempre-, añadió.
Él aflojó la presión de sus venas en las sienes. Desabotonó su pecho y metió la mano hasta el codo para agarrarlo con fuerza y, por fin, sabiendo que hacía lo correcto.
- Aquí lo tienes. Entra de una vez. -Dijo él mientras posaba su corazón sobre las manos de ella.
- Lo siento.

Fueron las últimas palabras de ella antes de introducirse en el órgano sanguinolento y rojo. Él lo volvió a agarrar con el puño, apretó y lo volvió a meter en su pecho.

Su última certeza ya estaba dentro. Nunca la olvidaría. La lucha por borrar recuerdos terminó en ese instante. La paz acababa de firmarse porque ella siempre estaría en su corazón.
Esa sería su única certeza. Hasta el final.