Diario de una resurrección

Huellas, recuerdos y sonidos

Puzle sin terminar

Published by Alejandro Nieto Alonso under , on 26.2.10


Llegamos. Eso es todo. No sé por dónde vine y cómo llegué aquí. Tengo un sabor amargo en todo lo que hago… y no he mordido. Me arden los ojos… y ni siquiera he mirado. Me atasco en cosas sencillas, me guardo el alma, lo reservo para el futuro… pero ni siquiera sé si llegará. Me doy sin preguntar, me lanzo en medio de la tormenta… y nadie comprende mis palabras. Ni siquiera yo. Soy un puzle sin terminar al que le faltan piezas y que no encuentro a pesar de la calma y la constancia.

Llegamos. Llegué. Ya no soy el mismo que trazaba sin rubor frases y poemas con 16 años… pero sigo buscando lo mismo ahora. No sé cómo llegué a este punto y aparte, a este borde de un abismo sin fondo en el que mi equilibrio tiembla de impaciencia, a este cruce de caminos sin indicaciones, a esta niebla plomiza que me rodea y me abraza con exquisita crueldad. Fui feliz y también cobarde en aquella habitación marrón y verde. Tuve las piezas en mis manos… pero se escurrieron entre los dedos. Ahora sólo llego… sin ser… sólo corro, vuelo, salto, camino, navego, me muevo, paseo, me desplazo sin sentido…


Llegué aquí y ahora quiero sentarme. Quiero descansar sobre mi punto y aparte y esperar a que alguien pase y… me termine.

Punto y aparte

Published by Alejandro Nieto Alonso under , , , on 13.2.10


Punto y aparte. Paso a nivel con barreras. Al final de la escapada. El tiempo puesto en marcha de nuevo con un golpe en la sien. O en el corazón. O una colleja. El primer paso después una larga y ansiosa espera. Tambaleante, a regañadientes, sigiloso, en una calle encharcada y llena de barro. Pero paso al fin. Salgo de la pecera donde me había encerrado durante tantos meses y la sensación es de miedo.

Prefería sufrir a no sufrir nada. “Me estoy sintiendo vivir cuando me dueles”, decía Salinas. Bien, pues se acabó. Me lanzo al vacío en mitad de un incendio y dejo atrás ese doler para vivir. Lo intenté. El miedo cedió, quise arriesgarme, me fugué contigo, me entregué a tus fantasmas, canté tu música, sentí tus odios, me empapé de tus labios… pero el dolor siguió y la vida se detuvo. Como cuando era lunes y la semana comenzaba. Como cuando me empeñé en subir al tren equivocado.

Pelear fortalece. Esquivar enriquece. Olvidar te hace más sabio, aunque sea contradictorio. Desmemoriado quiero estar, mientras el punto siga aparte y las barreras no me dejen cruzar al otro lado de mis recuerdos.

Por tradición

Published by Alejandro Nieto Alonso under , , on 9.2.10


Aún no es tan tarde. Es bien fácil... La profecía se cumple. Dos extraños se confunden y se aman sin conocerse. ¿El error es ser superfluo? ¿Entregarme demasiado rápido? ¿Mostrarme tal y cómo soy? ¿No esconderme tras una fachada de confianza y pulcritud?
Mi vida es como el universo, aparentemente sin orden, lleno de estrellas y siempre, siempre en expansión.
Los defectos son tan necesarios para el orden interno como lo es la pasión que siempre busco en cada rincón, en cada esquina de esta ciudad esquiva. Pero los defectos son más listos que la dramática búsqueda del sentido último. Cada amanecer se va pareciendo al anterior a cada paso que mi galaxia se expande. Cada pregunta se suma a una montaña de valentía absurda y que no conduce a nada.
¿El cosmos puede cambiarse? ¿Podemos saltar ese eje en el que gira nuestro destino? ¿Podré encontrar a mi otro yo en uno de esos saltos de tiempo y espacio? La tradición indica que no será posible, que no podré sobrevivir a tu indiferencia, ni soportar tu rostro de piedra, ni enderezar nuestros defectos... ¿Será demasiado tarde para saber dónde estás? Yo seguiré aquí, sentado, esperando, valiente, intentándo romper el eje del tiempo y devolver las cosas a como estaban antes o a como estarían después, o a como nunca estuvieron...
No pierdo la esperanza de quebrar la tradición.

Cuatrocientos golpes

Published by Alejandro Nieto Alonso under , , on 9.2.10

Los cuatrocientos golpes me hunden el costado

sangran mi camino de espirales y errores

Los cuatrocientos recuerdos me desvelan el pasado

más real y a la ve más lejano

Las cuatrocientas flores que dejé de regalarte

se pudren en la basura del porvenir

sollozan con lluvia de castigadora eternidad

Las cuatrocientas puertas que se abren y cierran

me conducen a la misma calle, a la misma luz

que alumbra cada rincón de mi memoria

Los cuatrocientos silencios me hacen llorar de rabia

y esquivan mis palabras de consuelo, sin pudor

sin ningún remedio, sin mirar atrás

Las cuatrocientas imágenes me guían en la noche

me revelan que una vez estuve vivo

Las cuatrocientas noches sin ti son sólo números

que me restan, me dividen… me recuentan

sólo son horas perdidas, pasos tambaleantes

que me acercan a otro número infinito y fatal

de golpes, recuerdos, flores, puertas y silencios

y después de eso…

cuatrocientas noches más



...O como diría Love of Lesbian:

Cuatro mil días después de aquel año obcecado, detecto que al fin te dignaste a cumplir con la cita inaudible, y me alegro, y me enfado a la vez.
Después de estudiar con cuidado este caso ejerciendo a la vez de fiscal y abogado, de juez imparcial, sentencio lo nuestro diciendo que el fallo más grande pasó por guardar solamente los días más gratos y olvidar los demás.
Mirarte de frente. Admito en voz alta que no pocas veces he sido tentado en coger mi esperanza y lanzarla sin más a la fosa común donde yacen los sueños... que nos diferencian.