Diario de una resurrección

Huellas, recuerdos y sonidos

Como la garganta del caimán

Published by Alejandro Nieto Alonso under on 9.5.09

Siempre tuve esta canción entre mis favoritas de los años noventa. Pero quizá no he llegado a hacerla mía del todo hasta ahora. Doce años después de que que Diego creara esta composición. Qué curiosos y traidores pueden ser el destino y las fechas. Así, parece que sus acordes me estaban esperando desde entonces, en un cajón de mi mesilla que salen ahora para “iluminar los sueños negros”.
Sin entrar en disquisiciones sobre si la amargura del despecho y el abandono de su letra sigue al dedillo el camino oscuro de mis sensaciones habituales, tengo que quitarme el sombrero ante la poesía que desprenden sus palabras. Nadie mejor que la mitad sensible de Duncan Dhu podría haber resumido mejor el estado catatónico en el que te quedas después de una ruptura lenta, sincera e inevitable. No quedan odios, malos recuerdos ni acritud. No hay lugar para el rencor, sólo una profunda tristeza, una desazón que te deja sin palabras y sin rumbo posible. Una decepción pegajosa de la que es imposible separarse hagas lo que hagas. Y el caimán representa eso. Un estado de shock dentro de un absurdo disfraz, como si hubieras vivido en carnaval durante toda tu vida y ahora te dieras cuenta de que estás haciendo el ridículo con tu ropaje estúpido. Y lo malo es que es imposible desvestirse y ponerte tu ropa de persona porque vas cargado de mentiras, frases, imágenes, libros, películas, comidas, momentos, besos, lugares… “como las mentiras, confundidas con pedazos de verdad”. Y en medio de ese batiburrillo de sueños y realidad, el pasado y el futuro se entremezclan y no sabes qué es peor, si lo que sucedió o lo que está por llegar, con un disfraz ridículo encima.
Sea lo que sea, la canción estaba ahí, para mí, para quien sufra, para dentro de 12 años, para recordar el pasado y para “quedarse dentro, sin llorar”.

Cuántas noches voy a atravesar
entre sueños rotos alquilados
cuántas velas necesitaré
para iluminar los sueños negros.

Dime dónde estoy y a dónde voy
dime cómo acaba tu canción
dime algo, dime, dime más
di que me deseas lo mejor.

En un largo viaje
sin maletas, sin pecados, sin llegar
a ningún paisaje
de silencios rojos, lisos como el mar.

Duerme sin mí mi amor
y duerme bien
sueña esta vez por mí mi amor
y elige bien.

No despiertes nunca de tu noche
cuando alguien cambie de canción
no te escondas en un cine oscuro
con tu miedo sentado junto a ti.

He mirado al fondo de mi plato
y apenas me reconocí
he cambiado el disco tantas veces
y he manchado un verso para ti.

He arañado el cielo
con zapatos de leopardo sin pagar
y he escuchado el ruido
de silencios largos negros desde aquí.

Siento decir que no
que no podré
no puedo ser lo que no soy
y no podré.

Como lluvia oscura plateada
como la garganta de un caimán
como un pozo lleno de diamantes
como mi disfraz de carnaval.

Esquivando el filo de un abrazo
confundiendo el tono de mi voz
y cerrando el mundo de un portazo
me he quedado dentro sin llorar.

Como mi promesa
atrapada en la garganta del caimán
como las mentiras
confundidas con pedazos de verdad.

Siento no estar aquí
ni un siglo más
siento no ser mejor
que mi caimán.