Diario de una resurrección

Huellas, recuerdos y sonidos

Adiós 2009

Published by Alejandro Nieto Alonso under on 31.12.09


Me lo pide el cuerpo. Hago balance en el último día de este año… ¿nefasto? Ni hablar. Sólo un año más, o menos para el final, pero cargado de emociones, en una montaña rusa de miles de kilómetros con subidas interminables, descensos pronunciados, curvas bruscas y una altura de vértigo. He reído y llorado más que nunca. He amado y odiado a partes iguales. Me caí y me levanté. Me empujaron y golpeé. Perdí a personas por el camino y gané otras, quizá mejores, nunca lo sabré, siempre diferentes y emocionantes. Sufrí y aprendí con ello. Soñé con algo mejor y me di cuenta que ya lo tenía dentro de mí. La cagué y también sorprendí, hice llorar y también supe acariciar, besar y forjar amistades, quizá amores futuros, quizá nada, quizá todo… El 2009 se va y me deja vacío de errores, prejuicios, traumas y malos tragos. Me siento más yo y eso dice muy poco de mi yo anterior. Ahora soy el que siempre fui, el que nunca debí dejar ser, el que siempre quise ser, el que nunca imaginé que podría llegar a ser. El 2009 me deja repleto de deseos, de cosas por hacer, gente por conocer, y sobre todo, de ganas de quererme más. Lo que nunca jamás debí dejar de hacer.
Así que ahora voy con los premios a las mejores actuaciones individuales o colectivas del año 2009, a los mejores libros, a las mejores películas y a las mejores sensaciones de doce meses que han pasado como un relámpago, sin trueno, sólo con una luz que me maravilló en instantes sublimes y difícilmente olvidables.

Las canciones más escuchadas: Según mi itunes ha sido ‘Noches Reversibles’, de Love of lesbian, seguida por ‘Jet Lag’ de Iván Ferreiro. Según mi página de lastfm.es ha sido ‘Olor a mandarinas’ de Zahara, seguida por 'Copenhague' de Vetusta Morla. ¿Alguna conexión entre ellas? Sí, que son recuerdos nuevos. Nada de pasado hay en ellas. Son mías y sólo mías.
Películas:
Podría quedarme con ‘No sos vos, soy yo’ de Juan Taratuto, por motivo obvios, o con ‘Azul’ de Krzysztof Kieslowski, por motivos no tan obvios. La verdad es que no ha sido un buen año para el cine. Lo he abandonado, aunque prometo volver al salón de mi casa.
Libros:
2009 fue el año de Paul Auster y de Sandor Marai, el año en el que redescubrí la buena literatura, la de los sentimientos, dejando atrás a lo templarios y demás mandangas por fin. Pero me quedo con Mario Benedetti y ‘El amor, las mujeres y la vida’ una recopilación de sus mejores poemas de amor. Todo un lujo, una razón para vivir, un maestro y una pérdida irreemplazable.
La mejor lección:
Todo sucede por alguna razón. Aunque lo más probable es que tú hayas elegido esa razón, de modo inconsciente pero sí. Nadie marca tu destino más que tus propias decisiones.
La mejor comida:
La tortilla de patata.
El mejor consejo:
Sé egoísta, pero sin ser un cabroncete. Inolvidable, porque fue el último del año y el mejor de todos.
El mejor momento:
Conocer a varias personas que me han devuelto la ilusión por la vida y que me hacen sentir bien sin necesidad de explicar nada. No juzgan, escuchan. No exigen nada a cambio, sólo se emocionan junto a mí. Quizá sean amigos dentro de un tiempo. Ojalá.
Un blog.
No lo dudo. Era en abril. Una ventana al extenso y hostil mundo interior, una melancolía contagiosa y preciosa y un gusto extremo por las palabras justas, las frases que llegan al alma y las experiencias casi compartidas, universales, eternas y siempre peligrosas de exponer en palabras. Ella lo hace sencillo y dulce, sentido y emocionante, doloroso y sutil, único y eterno.
Un reencuentro:
Con mi pasado sí, pero con un pasado del que sólo veía el exterior. Ahora he visto la parte más humana de esa persona, la más afectiva y la más cobarde, la más valiente y la más defectuosa. Quizá yo sea uno más para ella. Para mí ya no. Supo escuchar y no pedir explicaciones.
El mejor día:
Hoy. Mañana será mejor, pero me quedo con esta noche, con la última conversación, con la última sensación de estar a gusto conmigo y con la última persona con la que compartí tiempo y palabras. ¿Qué más puedo pedir? Sí, una caricia. Siempre hay una caricia por regalar y muchas por recibir.


Suena: Ando como hormiguita, de Silvio Rodríguez

Asiento del pasajero

Published by Alejandro Nieto Alonso under , on 21.12.09


El tratado de cirugía delante de mis narices me recuerda cada día que las operaciones más complicadas son a corazón abierto. No hay bisturí que resista ese desmenuzamiento sangriento de la realidad interna, de lo más profundo, de lo escondido bajo llave, de lo oculto en un cofre olvidado hace tiempo y siempre recordado por uno mismo en situaciones absurdas como cuando metes la llave en la cerradura de la puerta de tu alma.
Los que nunca se dejan ayudar morirán solos. Golpe al estómago. Es sencillo. Brutal. Ahora, en medio de la calle helada y repleta de gente, me acostumbro a hacer balance de una vida que descubro extraña e incoherente. Y me muestro distorsionado, en medio de la niebla y con el mismo disco rayado sonando una y otra vez, en un bucle que ya cansa y destroza mis oídos.
Me creo suspendido en el mismo instante, en el mismo universo imperecedero e inmóvil. También vislumbro desde mi trono inerte que eso no es cierto. Soy una estatua, pero observo mi alrededor con los brazos cruzados. Todo se mueve, ríe, siente, sangra, salta, habla, construye, une, abraza… Todo pasa delante de mí, todo transcurre y viaja al futuro. Todo menos el tratado de cirugía, que sigue ahí, frente a mis ojos.
Pasarme la pelota explosiva de la culpabilidad, de la responsabilidad de mandar todo a la mierda no fue un buen inicio del final. Supongo que no hay buenos comienzos cuando tratamos de terminar. Por eso la historia compartida te deja signos de momentos añejos y dulces, de instantes íntimos, de caricias en la cocina o silencios maravillosos. Y ese mismo poder te revela imágenes crudas, en blanco y negro, crueles y sinceras, en las que las figuras se van desvaneciendo cada día un poco más, hasta que ya no puedes verlas, ni siquiera reconocerlas.

De poco sirve intentar buscar en este desordenado cosmos que es hoy, que fue siempre, mi cabeza. En la búsqueda pierdes amigos, oportunidades, trenes, alternativas… pero sigues empeñado en encontrar esas figuras que se destiñen con las gotas de lluvia en un papel arrugado. Al final sólo queda el deseo de desear algo imposible como es encontrarte a ti mismo en un tratado de cirugía.


Suena: Passenger seat, de Death cab for cutie



El saben aquel que diu

Published by Alejandro Nieto Alonso under , on 17.12.09


Ternura, bondad, amistad, cariño, afecto, protección, atracción, afinidad, comprensión, fascinación, hechizo, pasión, coqueteo, romance… y también tragedia. Los sinónimos para referirse al amor pueden ser infinitos. Cada persona elige los suyos según el alma, el gusto, la educación, la voluntad o el mismo deseo de amar de cada uno. Pero este es mi blog. Yo elijo aquí. Y hoy quiero ver el amor como una tragedia, como un chiste sin gracia o como un desengaño en bucle infinito.

Creo que ya he tratado aquí el concepto de tropezar dos veces en el mismo error. No creo en el destino pero la vida a veces te sugiere lo contrario. Al final, creo que todos buscamos a alguien para el que estamos predestinados, de ahí los tropiezos continuos, los errores similares, los fracasos iguales, las decepciones calcadas. Y seguimos buscando a pesar que la vida es una tragedia, incluso a veces un drama. Pero me asombra la capacidad de reconstruirnos y de renacer que tenemos. A pesar de las tragedias individuales que azotan nuestras cabezas y nuestros corazones solitarios.

En la última semana he escuchado mucho esta canción. Me hace gracia comprobar como The New Raemon hace fluir sus letras de lo más pequeño, del detalle más nimio de la vida diaria y rutinaria, al sentimiento universal de dolor, que a todos nos llega. Y es precisamente ese viaje del menos al más, de lo particular a lo general, lo que convierte esta canción en una declaración general de que la vida es una mierda (quizá sólo el amor), para la que nunca fuimos entrenados ni preparados.

Eso sí, en cada acorde de esta canción tan escasamente vitalista en sus frases, se esconde una postura optimista hacia la vida y el amor. La misma sensación con la que ahora mismo viajo por la vida. Frío y calor, blanco y negro, invierno y verano, los Beatles y los Rolling Stones, Cristiano Ronaldo y Messi…Cada día me levanto regular, voy al trabajo y me deprimo, vuelvo y me alegro, leo y olvido, escribo y me divierto, hablo y me ilusiono… Todo un torbellino de sentidos, una encrucijada tras otra, una puerta tras una ventana, un laberinto de misterios por resolver… Pero eso me gusta. Al menos ahora tengo la sartén por el mango. Y quien sabe, quizá alguna de esas ilusiones nacientes, emerjan con fuerza de mi interior y acaben con esta maldita montaña rusa que es mi propia tragedia.

Se ha cerrado el ciclo de fantasmas dormidos
de rarezas personales
de pasiones fugaces.

Se ilumina la pantalla,
aparece tu nombre.
Me has pillado tranquilo
con mi cuarto recogido.

Suenas triste y olvidada,
puede que desencajada.
La rutina asomada
reaparece en cada casa.

Dónde no hay delaciones
¿Quién no sufre desengaños?

¿Quién no se ha venido abajo?

¿Dónde te has metido?
Puede que en una tragedia.
Nunca nos dijeron:
este chiste no tiene puta gracia.

Perfecta imperfección

Published by Alejandro Nieto Alonso under , on 15.12.09

No entendimos la imperfección

ciegos, ante su belleza incorrecta

pero hubiera esperado hasta el fin

a que el deseo no te tornara infeliz

me hubiera quedado mirando, observando

tus días, soñando las noches a tu lado

A veces incluso creo que me detengo y espero

en una encrucijada de destinos borrados

A veces creo verte vagar por aquel camino

Pero eso no era lo correcto

no era lo que tenía que ocurrir

no fuimos lo que soñábamos

no entendiste que la exigencia

es traidora, hambrienta y efímera

Las razones carecen de valor ahora

las explicaciones se pierden en palabras

la búsqueda es infinita y circular

cuando por dentro estás vacío y por fuera solo

sólo la huída te salva entonces

te oculta y aparta de la mediocridad

de tus propias decisiones

perfectamente imperfectas

de tu carácter

imperfectamente perfecto

aunque eso

nunca llegamos

a entenderlo


Suena: Scarborough Fair, de Simon & Garfunkel