Diario de una resurrección

Huellas, recuerdos y sonidos

Verte

Published by Alejandro Nieto Alonso under on 29.8.09

Verte me produce vértigo, un instante en el que pierdo el control,
una espiral que me empuja a la pena inmensa,
al abismo del olvido, a la abrasadora certeza de no conocerte,
de no saber más que tu nombre, tu rostro y un pasado irreal.
"Ahora sí, pienso quedarme hasta el fin", palabras superficiales
y huecas que resuenan en mi estómago como luciérnagas ciegas.
Qué más da ya si cuando te veo tiemblo, si verte me revienta
el corazón en eterno off, si desmorona mis reproches planeados
durante noches de insomnio ardiente.


******************************************************

Nadie más que yo

Published by Alejandro Nieto Alonso under on 28.8.09

Un abrazo. Un tierno, largo y sincero abrazo. El más profundo y real que me dieron nunca. Quizá fuera un sueño, o quizá una pesadilla pactada entre el diablo y el tiempo para mi sufrimiento ulterior y eterno. La verdadera razón de ese abrazo ya se me escapa entre los dedos de la maldita fugacidad. ¿Qué pasó aquella noche? ¿Qué viste en aquel lugar? ¿Qué sentiste junto a mí? ¿Algo que ya no sirve? ¿Caduco como las estaciones y los meses? Puede ser que no lo veas, y seguramente ya no lo creas, pero aquel abrazo significó un antes y un después en mi vida. La ternura se me clavó como un dardo, y ahí sigue. El dardo haciendo sangre en lo más hondo del corazón, a la espera de cualquier movimiento brusco para, con una punzada, recordarme aquel maravilloso abrazo.

Sí, eran otros tiempos, yo era más joven, menos evolucionado, más sentido y sutil a los cambios. Y no me di cuenta de que el refugio se vino abajo tras la tormenta de inconformismos, cambios de humor e incluso de fe. La confianza se gana. Eso digo siempre. Aquel abrazo sirvió para confiar en algo más grande que dos personas, quizá tan enorme que nunca pudimos abarcarlo. Sí pude abarcarte aquella noche. En un abrazo que duró cien años. A veces lo recibo de nuevo, en sueños, y es como si reviviera otra vez aquella brisa cálida de aquel bullicio extraño. Oigo de nuevo palabras que sólo nosotros escuchábamos. Siento que te protejo de nuevo, que te arrullo otra vez, que invento sueños para dos, que escribo sólo para ti, que te beso entre tus brazos, que beso tu pelo otra vez en un abrazo eterno e infinito…

Puede ser que no lo veas, bien lo sabe dios…

Tú no lo sabes

Published by Alejandro Nieto Alonso under on 21.8.09
***************************


Cada noche sueño
aunque tú no lo sabes
Me tumbo en mi lado de la cama
y te espero mientras tiemblo
o imagino aquel viaje juntos
en el que yo te pedí que te casaras
conmigo, con lo que queda de mí
Pero eso, tú no lo sabes

Cada mañana despierto y observo tu reloj
el que abandonaste como burla sutil
Me dejaste el tiempo, eterno,
enemigo y absurdo
tiempo pesado, tiempo perdido, tiempo inútil
sin tu presencia
Pero eso tú no lo sabes

Cada tarde me asombro de la fugacidad
de los años pasados, lloro en cada
pasillo que recorrías, en los que reías,
en cada instante podrido del futuro,
por lo no vivido, por las arrugas
de un destino extraño y repudiado
en el que yo ya no creo
Pero tú ya no ves mis lágrimas
tú ya no lo sabes

Cada noche vuelvo a dormirme
junto al vacío, como un precipicio
al que desearía caer
como una nube donde quisiera saltar
pero tú ya no estás
para saber lo que hago y lo que digo
tú ya no sabes lo que sueño
ni lo que pienso, no ves lo que veo
ni sientes el terrible dolor
de tu propia ausencia

***************************

Un momento para reflexionar sobre tus sombras

Published by Alejandro Nieto Alonso under on 12.8.09
"Aprendemos a amar no cuando encontramos a la persona perfecta, sino cuando llegamos a ver de manera perfecta a una persona imperfecta".

Frase extraida del blog: El recuerdo de Venus: Explorando la naturaleza del amor y las relaciones...
Fantástica página sobre todo lo que la mayoría de nosotros no podemos expresar con palabras, muy recomendable: http://recuerdodevenus.blogspot.com/

Bobby Jean

Published by Alejandro Nieto Alonso under , on 2.8.09


Quizá aún esté hechizado por lo que acabo de presenciar. Quizá estaba demasiado borracho. Quizá demasiado triste. O demasiado nervioso. Pero he llorado… otra vez, la enésima vez en estos siete meses. Pero esta vez fue distinto. Lo hice en público. Delante de mis amigos me derrumbé. Delante de 34.000 personas y ninguna se fijaba en mí. Sólo era uno más de los muchos que se derretían ante la poética música de Bruce. Es increíble lo que este hombre puede provocar con cuatro acordes, su voz grave y su pasión sin límite por la música y la poesía urbana. Llega al alma con sus historias de la América profunda, pero a la vez cercana porque también nos ocurren a nosotros. Son historias universales: huidas, fracasos, perdedores, inadaptados, aventureros, solitarios, viajeros, rechazos... o como la del adiós de Bobby Jean, la huida de una chica que no puede estar con los suyos porque se siente desplazada y cautiva en su propia vida en una ciudad gris y sin futuro.
Yo la echo de menos. Como a Bobby Jean. No puedo ocultarlo. Lo distinto ahora es que ahora comprendo que todo el mundo es libre, y nadie puede -nadie debe- llorar la pérdida de alguien que se ha ido por propia voluntad. Así es la vida, llena de grandes fracasos de los que hay que recuperarse para poder seguir viviendo. Lo contrario nos llevaría directamente al infierno. La vida de la America de Springsteen y la mía son parecidas. La aldea global muestra pequeños ejemplos de sentimientos universales.
Sin embargo, la espina que queda clavada bajo mi piel, casi hasta el alma, es que como la de Bruce con Bobby Jean: yo tampoco pude despedirme. Me hubiera gustado decirle adiós, me hubiera gustado decirle tantas cosas… que la echo de menos, que no la olvido, que siempre está presente en mis patéticos amaneceres, que aún sueño con ella, que todavía la espero o que aún lloro cuando escucho canciones como Bobby Jean….

Fui a buscarte el otro día a tu casa
Tu madre me dijo que te habías ido
Me dijo que yo tampoco podría haberlo evitado
Que ninguna palabra habría servido
Pero tú y yo nos conocemos
Desde que teníamos diecisiete años
Me habría gustado saberlo
Me habría gustado llamarte
Sólo para decirte adiós, Bobby Jean
Tú me comprendías cuando todos los otros
Se apartaban, me ignoraban
Nos gustaba la misma música, nos gustaban los mismos grupos
Nos gustaba la misma ropa
Sí, nos decíamos el uno al otro que éramos los más salvajes
Lo más salvaje que jamás habíamos visto
Me habría gustado que me lo dijeras
Me habría gustado hablar contigo
Sólo para decirte adiós, Bobby Jean
Caminábamos bajo la lluvia
Hablando del dolor que ocultábamos al mundo
Ahora no hay nadie, en ningún lugar, de ninguna manera
Que pueda entenderme como tú lo hiciste
Pero quizá estés en algún lugar de la carretera
En algún autobús o en un tren viajando
En la habitación de un motel habrá una radio sonando
Y me oirás cantar esta canción
Pues bien, si es así, sabrás que estoy pensando en tí
Y en todas las millas que nos separan
Sólo te llamo por última vez, no para que cambies de idea
Sino sólo para decirte que te echo de menos, nena
Buena suerte, adiós, Bobby Jean